Gata Cattana, leyenda eterna del rap

Tras 8 años desde su fallecimiento, la cantante cordobesa sigue siendo el estandarte del compromiso social en la música urbana

Ana Isabel García Llorente, mejor conocida como Gata Cattana, estuvo presente en una escena musical que parece haberse olvidado, un tiempo en la que el trap aún iba en pañales y el rap era el hermano mayor que marcaba los pasos de la protesta. Nació en 1991 en Adamuz, un pequeño pueblo de Córdoba que a día de hoy cuenta con apenas 4000 habitantes y que se convirtió en la cuna de una de las raperas más influyentes de nuestro país.

Hemos escuchado su historia muchas veces y todos sabemos cosas de ella, aunque sean datos sueltos. Sin embargo, es asombroso cómo la llama de su trabajo nunca se ha apagado y, de hecho, se ha avivado aún más con el tiempo. Ana falleció el 2 de marzo de 2017 en Madrid, pero realmente nunca se fue, solamente fue el comienzo de una leyenda, la leyenda de Gata Cattana.

Tres Gatas dentro de Ana

Adamuz cumple con los requisitos de cualquier pueblo español, en concreto, uno andaluz: cultura fuerte y marcada, tranquilidad en las calles y habitantes que ven pasar el tiempo fuera del ruido y el ajetreo de una capital. Según nos cuenta Ana Llorente, madre de la artista, tan solo un mes después de su fallecimiento, Gata Cattana iba a realizar un concierto en su pueblo natal donde tenía pensado fusionar el rap con el flamenco y con el que estaba asustada de no dar la talla frente a sus vecinos de toda la vida.

Las calles que vieron crecer a una pequeña Ana, junto a la música que sonaba en su casa, forjaron su personalidad: una niña curiosa, observadora y a la que le encantaba conversar con la gente mayor. Su madre cuenta que cuando era pequeña disfrutaba de todo tipo de música, en parte gracias a su padre: Pink Floyd, Los Brincos, Aretha Franklin, las chirigotas de Cádiz… Pero lo que más le llamaba la atención era la escritura, tanto es así que siempre le decía: “Mamá, cuando sea mayor y tenga dinero me voy a comprar un carmen — así es como se conoce a una casa con huerta o jardín en Granada — nada más que para vivir de escribir”.

Al hablar con su madre descubres que para ella, Ana nunca se fue. Todos los recuerdos que tiene de su hija son buenos y hay algo en su forma de hablar que demuestra una admiración absoluta por todo lo que hizo, propio de una madre orgullosa. La describe siempre como una mujer buena, con las ideas muy claras y con algo de genio, aunque “siempre sabía hasta dónde tenía que llegar”, aclara. Entre risas recuerda cuando en su adolescencia, tras una visita de un consejero de la Junta de Andalucía en Adamuz, en el turno de preguntas solamente ella levantó la mano, porque nunca se ha conformado con lo primero que le decían y sabía que las cosas siempre se podían hacer mejor, y eso lo extrapolaba a todos los ámbitos de su vida. 

A los 18 años llegó a Granada y ahí vinieron las manifestaciones, las protestas del 15M, las reuniones y el arrimar el hombro por conseguir un país mejor. Fue aquí donde se empezó a fraguar esa Gata que reivindicaba a través de la música, no solo porque lo creyese, sino porque quería poner su voz a una generación. 

“Bueno mamá, si me pasa me tendrá que pasar allí, porque yo tengo que estar allí, yo pienso lo mismo que ellos y si todo el mundo nos callamos al final no se soluciona nada”, le increpaba a su madre cuando le advertía del peligro de las manifestaciones con esa preocupación propia de ver que una hija empieza a hacerse mayor.

Mural dedicado a Gata Cattana en Granada

Juanma Sayalonga, codirector del documental Eterna (2022) dedicado a la figura de esta cantante, es de las personas que mejor le conoció durante esa etapa. Realmente todo llegó antes, en un chat de Terra, pero fue en Granada cuando surgió la verdadera amistad, una amistad en la que Sayalonga no solo aprendía de ella a nivel de conocimiento, sino también a nivel humano.

“La recuerdo cantando con su amiga en la cuesta que va para el Albaicín […] y yo pensaba: Tío, la chavala esta… lo echá pa’ lante que es. Yo no podría hacer eso. Una chavala muy inteligente, muy lista, que sabía cómo canalizar la rabia y la energía… Sabía cómo enfocarla.”

Portada del documental Eterna (2022)

En Granada también llegó el rap. Ana ya había cantado muchas veces y, en concreto, con el grupo cordobés Aquí pongo la era, sin embargo fue en esta época en la que, animada por gente como Juanma, comenzó a llevar su poesía al estilo que hoy conocemos todos. Siguió centrada en sus estudios, pero entre clase y clase, apunte y apunte, siempre había tiempo para que finalmente naciera Gata Cattana.

Juanma explica que los círculos culturales en los que se movía, lo que aprendía sobre política, las protestas y, sobre todo los slam poetry, dieron a luz a una artista atípica que no habíamos visto antes en España. Así fue como Granada se convertiría en el puente perfecto para la fama nacional.

No hay Gata sin Andalucía y tampoco hay Andalucía sin Gata, pero en tercero de carrera alzó aún más el vuelo para llegar hasta Madrid. Allí se hizo hueco en la industria gracias a gente como Carlos Esteso, al que ya conoció en Granada y que se convirtió en su DJ de confianza, formando parte de este proyecto desde el comienzo. Fue el momento en el que llegaron nuevas amistades y colaboraciones con artistas como Nico Miseria, Juancho Marqués, Scarface Johannson y, en definitiva, el momento perfecto para consagrarla como rapera.

La ciudad le trajo ese pack básico para artista que comienza a despuntar: conciertos en salas como Siroco y entrevistas en Radio 3, colaboraciones con marcas de ropa, EPs, la publicación de su poemario La escala de Mohs (2016)… En general, un ascenso con el que todo cantante podría soñar para su carrera. Juanma nos cuenta que Gata estaba a punto de explotar como artista, estaba llegando a su punto álgido, pero el destino jugó en su contra y, a punto de poder publicar su primer álbum de estudio Banzai (2017), Ana Isabel García Llorente dejaba huérfano al rap español a causa de un choque anafiláctico.

Su único álbum de estudio fue publicado de manera póstuma en octubre de 2017 como manera de hacer justicia a su trabajo y a su repentina despedida. Banzai es un término japonés que ella misma eligió para su LP y que significa “diez mil años”, una expresión que los guerreros usaban cuando sentían que la derrota era inminente, aunque también para honrar al emperador. Casi como una premonición, esa idea se transformó en realidad y este trabajo es el grito de guerra que más ha logrado mantener viva a Gata Cattana tras una derrota que nadie esperaba.

El legado de Gata Cattana

Si algo tiene la obra de Gata Cattana es su atemporalidad. La crisis y los descontentos políticos de la década de 2010 impulsaban su voz, pero por suerte o por desgracia, esa voz no desentona en la actualidad. Recordamos a Ana por saber decir lo que muchos pensamos sin miedo a ser juzgada, pero sobre todo por la manera en la que lo hacía: con elegancia y argumentos, pero sin dárnoslo todo hecho.

Susana Pinilla Alba es doctora en Literatura, trabaja en la Universidad de Wuppertal (Alemania) y a día de hoy es una de las personas que más ha estudiado en profundidad la obra de Gata Cattana. Recientemente ha publicado su tesis Hacia una poética del rap feminista, basada en la música de la cantante y con otros 5 trabajos académicos más sobre su figura a sus espaldas, convirtiéndola en una de las personas que mejor la conoce sin haber coincidido en persona con ella nunca.

“Decisión, empuje y determinación“, son los adjetivos que usa Susana para describir el trabajo de Gata Cattana. Se trataba de una mujer que estudiaba, tenía curiosidad y plasmaba sobre el papel todas las referencias que había aprendido sin que ninguna desentonara. Rosa Luxemburgo, Silvia Federici, Antígona, Rubén Darío… figuras intelectuales que bailan al ritmo de su protesta y que ponían a este estilo de música en una tesitura que no habíamos visto nunca antes.

El rap es quizá uno de los géneros que más se ha denostado, a pesar de que en los primeros años del siglo XXI era el género de moda entre los jóvenes españoles. Pero para eso llegó Gata: letras profundas, con una razón de ser y con referencias culturales, una imagen poco extravagante y explotada que prioriza el mensaje antes que lo estético, todo ello formaba parte de un proyecto que cambió la visión del rap y que, según Susana, sin ella el panorama hubiera sido diferente, sobre todo en lo que tiene que ver con el feminismo.

“La figura de Gata Cattana es fundamental para entender el rap de otra manera y también para llegar a esos círculos cerrados, cultos, elitistas, universitarios. […] El hecho de que exista Gata Cattana y que nos lo ponga en bandeja, el poder hablar de rap desde el conocimiento de causa, desde un concepto bien formado, una calidad poética… eso no es posible en todo el rap.”

Los trabajos de Gata Cattana fueron la herramienta perfecta en el momento perfecto. Si juntamos esa curiosidad insaciable, el uso de metáforas, la sutilidad y el contexto político podemos tener versos como: “Desde que Prometeo les mostró el truco del fuego/ Sometieron nuestro ego desde Atenas a Estambul/ Tú y cuántos como tú contra estas dos titánides/ corre ve y dile a aquel que no vamos a ser tan dóciles” (Lisístrata, 2012).

Polifacética casi sin querer, pero sobre todo autora. Su madre cuenta que ella siempre decía que si Góngora y Quevedo hubiesen nacido en nuestro tiempo serían raperos y no poetas, por eso a ella le tocó ser rapera. Aún así, era ambas cosas a tiempo parcial, la lírica y los versos eran su punto fuerte y la crítica hacia los altos cargos la ejecutaba de una manera tan sencilla que es imposible de ver como una falta de respeto. Poemas como Cospedales mezclan esa desesperación del joven español, que ve cómo un país le ha dado de lado, y consigue crear una atmósfera casi romántica en un mundo que se cae a pedazos.

Puede ser que a día de hoy echemos de menos esa reivindicación argumentada, con sentido y un objetivo claro sin ser irrespetuoso. Gata era una autora que hay que escuchar con una enciclopedia en manos, que te daba pequeñas pinceladas de historia y política, pero que tú mismo tienes que investigar si quieres entenderlas bien: “Escuchas una letra de ella y te apetece buscar todas esas referencias, como ir trazando ese mapa de coordenadas que ella no lo establece nunca de una manera única, con una única interpretación, con una lectura muy clara”, explica Susana acerca de sus letras y poemas.

Si hay que buscar una razón por la que Gata Cattana sigue más viva que nunca es porque, a pesar de existir problemas diferentes, seguimos frustrados, seguimos con ansias de mejorar las cosas y de estar disconformes. Puede que muchos de nosotros no viviésemos su éxito en directo, pero hemos acudido a ella para ver una respuesta, para aprender de lo que ya se hizo y quizá también para observarle como a esa hermana mayor que, aunque te diga cosas que no te gusten, tiene más razón que tú.

Cuando le preguntas a Ana, a Juanma y a Susana sobre qué debería aprender la gente joven de Gata Cattana los tres coinciden en una cosa, y es el no quedarse con lo superficial, no conformarse con lo primero que te dan y tener ganas de luchar por lo que uno cree. Gata tenía esas ansias de comerse el mundo, o más bien de cambiarlo, pero sobre todo estudiándolo a fondo y no dejándose llevar por lo impuesto.

A Gata Cattana le pasó algo parecido a lo que a muchas estrellas que se fueron jóvenes, como Kurt Cobain o Amy Winehouse. Sentimos que no era su momento y es entonces cuando comienza a surgir su leyenda, el público comienza a revisitarla, a analizarla y vanagloriarla, como si quisiéramos devolverle los años de vida que le quedaban porque aún no era su momento. Para Ana Llorente, Gata Cattana es la que mantiene viva y cerca de ella a su hija Ana. Todos sus poemas, la música, los tributos, los trabajos y la gente que le admira han sido capaces de mantener esa llama encendida.

Su obra ha dejado tras de sí una estela de intelectualidad, lucha y reivindicación que la gente que la conoció en su momento no ha dejado que se apagara y que las nuevas generaciones la han vivido incluso con más fuerza. Gata Cattana es hoy en día un recuerdo vivo que entre todos hemos sabido mantener. Gracias a personas como Susana, Juanma, Ana y un largo etcétera, hoy podemos decir que la Gata está más viva que nunca, que no se fue y que le queda aún mucha guerra que dar, aunque sea a través del recuerdo.

2 comentarios en “Gata Cattana, leyenda eterna del rap”

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