La artista almeriense estrena su primer disco
El pasado 21 de mayo vio la luz el primer álbum de Vera GRV, intérprete que lleva en activo desde 2020 y coronando lo que ya sabíamos muchos, que no hay quien tenga un sonido como el suyo. Creo que nunca antes un disco me había hecho tener un paquete de pañuelos en una mano y una cerveza en la otra, pero viendo que Vera cuenta que en él habla de su vida los últimos años, supongo que esta es el equilibrio entre las dos manos.
En este formato largo ha estado acompañada de productores como Toni Anzis, Xema Fuentes o PMP, quienes le han aportado una musicalidad a la altura de la voz tan lírica y fina que defiende Vera. Durante 29 minutos te regala los oídos con su sonido tan característico, teniendo una voz cuyo punto más fuerte es la enorme capacidad para transmitir los sentimientos de todo lo que te canta. La magia de Almería reside en eso, al menos en este álbum, en cantarte desde el corazón, desde lo sincero y puro, sin miedo a contarte cómo le han hecho pequeñita o dándote las palabras necesarias para hacerte grande. A través de 12 canciones nos relata historias que parece que nada tienen que ver entre sí, pero que a la vez se entrelazan, llegando a sentirse como relatos vitales diferentes, encontrando su origen en la misma persona.
La cantante nos ha mostrado dos caras que no habíamos visto antes. La más sentimental comienza hablando sobre lo efímera que es la vida, solo con el comienzo de unas voces colares acompañadas por un órgano te mete de lleno en el anhelo de una pérdida, presentando el toque emocional que tanto peso tiene en el proyecto. De aquí no se van es sin duda una de las canciones más duras que puedes escuchar, dentro y fuera del disco.
Una guitarra arpegiada crea la atmósfera necesaria para conectar con la historia en la que Vera habla del miedo que sientes en una relación en la que te hacen de menos, el mismo que da salir de ella. Reivindica el relato de tantas mujeres que han tenido que aprender a decir a que no, de aquellas que están en una relación en la que “ni la luna alumbra este rincón”.

Menos mal que no todo es para siempre y Porquería nos lo enseña, con un estilo cercano al cyberpunk, como si aquella relación hubiese sido una simulación, cambia su relato, empoderándose y dándose cuenta de que merece más. Es cantándole al cielo, desde diferentes perspectivas, que muestra cómo el amor no es eso de lo que hablaba antes. Cofradía es una oda a todo lo que se representa a través del cielo, relaciona su amor con lo físico que hay en él (“eres la estrella que más brilla en la galaxia”) y aquel omnipresente de ahí arriba (“que yo quiero ser tu cofradía”).
La otra cara de la artista no tiene nada que ver con esto, es pura chulería y actitud. PRESIDENTE abre la veda a los ritmos enérgicos, a las mezclas de rap, a los palos flamencos y momentos techno. Esta canción comienza con un sample del tema Volveré a buscarte, de Los Tres Caballeros, dejando el toque nostálgico que tiene el bolero original para reeditarlo a una forma más rapera. El peak definitivo de la fiesta se lo lleva FUSAICHI PEGASUS, en la que defiende el mujerón que es dándole diferentes toques a una misma frase, lo que vale es cómo lo dices, no solo lo que cuentas.
Pasa del techno a un neoflamenco muy expresivo sobre su visión del querer, Gitano mío <3 tiene esas frases que todos queremos que nos dediquen, además de usar un vocabulario que representan muy bien la escena que proyecta con el tema. Este sentimiento andaluz lo vuelve a mostrar con K POCA LUZ, pero la canción que destaca por este estilo no es esta.

LA TARARA es una reivindicación de sus raíces por todo lo alto, ha cogido una de las canciones populares más significativas para la cultura española y la ha adaptado a las nuevas expresiones musicales de la actualidad, en concreto fusionándola con el techno. Ha hecho posible el escenario de que una discoteca coree aquello de “la tarara si, la tarara no”, no sé que pensaría Lorca, pero lo que queda claro es que ha perpetuado la tradición y la cultura que tanto admiraba el poeta.
Se me pasó llamarte, mamá es un disco lleno de contrastes, no solo en los temas de las canciones, también en lo musical. De una canción a otra los estilos cambian radicalmente, puedes estar escuchando el cierre de una canción con un piano que desarrolla una melodía virtuosa acompañando a un coro de voces que te elevan al cielo y de repente estar dando saltos o palmas con un ritmo completamente diferente. Lo mejor es que dentro de cada canción esta montaña rusa también está presente, de una estrofa a otra puede estar cantando acompañada de instrumentos orgánicos a estar respaldada por un bajo electrónico que hace que muevas la cabeza de arriba abajo sin parar.
Desde la primera vez que lo escuché tengo el pensamiento constante de que ojalá este disco se lo escuche toda la gente de mi alrededor para poder hablar de él, y llevándolo a otro nivel, ojalá Vera Grv esté donde tiene que estar para que este disco sea conocido como un indispensable en su género, sea cual sea el que resulta de la mezcla de tantos. Sabemos que en el estudio su voz suena increíble y te hace sentir infinidad de cosas en la barriga, solo tiene que defenderlo en la puesta en escena, así que habrá que buscarla en los escenarios.