Seguridad emocional desde «La Boca del Lobo»

El coruñés Carlos Ares presenta La Boca del Lobo, su segundo álbum de larga duración. Tras un primer acercamiento a la expansión conceptual que presentó en Peregrino el pasado año, el gallego vuelve con más fuerza que nunca para plasmar una compleja y personal visión de la catarsis emocional.

Portada de Peregrino

La Boca del Lobo tiene una duración de apenas media hora, donde 10 canciones nos acompañan en un viaje de emociones y superación. El propio Carlos Ares ha sido el responsable de la producción del proyecto, dejando ver de nuevo el talento y la versatilidad. Aunque siendo honestos, que podíamos esperar sino de un genio musical que lleva produciendo desde los 15 años y que por fin se ha centrado de lleno en un proyecto propio que crece a pasos agigantados.

El camino para llegar aquí ha sido simple y directo, Importante, el primero de los cuatro adelantos nos lleva a octubre de 2024, donde Carlos ya indicaba un cambio de sonido. Autóctono, Días de Perros y Páramo, confirmaban que el coruñés pasaba de un estilo más orgánico a uno más atmosférico. Por otro lado, el cambio conceptual que escondían los sencillos apuntaba hacia un proyecto basado en la introspección, no como Peregrino, que al fin y al cabo tiraba más hacia lo autobiográfico.

Con unos visuales originales y muy en sintonía con el sonido del trabajo, obra de Luna Ki, que ha conseguido plasmar esa atmósfera cinemática y paranoica que transmite La Boca del Lobo.

Portada de Páramo

Por otro lado, la única colaboración vocal es Begut, una cantautora maña que desde hace tiempo cosecha una relación profesional muy cuidada con Carlos Ares, tanto que forma parte de la banda que gira con el gallego.

Sangre gallega y folclore contemporáneo

Entre las 10 canciones del álbum, encontramos principalmente dos nexos. El primero, la narrativa conceptual, una ascensión emocional que se centra en la superación y la importancia del bienestar.

Canciones como Días de Perros o Lenguas Calvas comienzan presentando esta línea argumentativa, tratando conceptos como el desamor o la soledad de una manera desoladora. A continuación, Un Beso del Sol continúa ahondando en el fondo del pozo, esta vez con una actitud mucho más introspectiva y metafórica.

En contraposición, aparece Con un Solo Dedo, para quitarle hierro al asunto y promover una mentalidad positiva más allá de las desgracias. Esta canción supone un punto de no retorno desde el cual Carlos cambia su mentalidad, y comienza a exponer sensaciones basadas en los aspectos fundamentales y más relevantes del bienestar.

Bien se refleja esto en Autóctono, una oda a su tierra natal. O más directamente en Últimatum e Importante, donde de manera elegante golpea a los abusones de la vida, además de recalcar la importancia de creer en uno mismo.

La clarividencia llega con Mineral, el punto de transformación final en este arco dramático del proyecto. Hace lúcido el dolor, tangible la paz, y natural lo emocionalmente crudo.

Fotografía de Carlos Ares

El segundo nexo es la presencia de las raíces gallegas, no tan claras como en Peregrino debido a que no se muestra desde una estética folclórica explícita, sino desde una poesía sonora y una identidad musical subyacente que revelan una clara influencia de su entorno cultural natal.

El álbum evoca una paleta auditiva nebulosa y melancólica, muy en consonancia con la realidad climática y emocional de Galicia. A través del uso de reverbs amplios, frecuencias medias atenuadas y texturas acústico-electrónicas, Ares construye un ambiente sonoro brumoso, que remite directamente al imaginario atlántico gallego. Este tipo de atmósfera es una forma de paisajismo sonoro indirecto, donde el ambiente se convierte en narrativa.

El cantante opta por progresiones armónicas ambiguas y cadencias abiertas, lo que refleja una estética de lo no resuelto, una característica muy presente en la música popular de raíz celta.

Por último, la decisión de grabar gran parte del álbum en aislamiento y con una producción muy artesanal conecta con una lógica de transmisión oral e introspectiva, donde la música no busca espectacularidad sino intimidad expresiva. Esta actitud compositiva recuerda al registro confesional típico del autor.

Un acierto atemporal

La Boca del Lobo no depende de modas ni busca complacer tendencias momentáneas. Carlos Ares consigue construir un universo honesto, íntimo y profundo, donde cada detalle está pensado para perdurar. Las canciones no se sostienen en estructuras previsibles, sino en atmósferas que invitan a la introspección y a la escucha profunda.

Es un disco que no necesita de grandes hits para dejar huella: su fuerza está en lo sutil, en lo que no se dice del todo. Por eso, da igual cuándo lo escuches, siempre va a encontrar un momento dentro de quien lo escuche, y más, si es desde la boca del lobo.

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