Emile Gaillard (Sevilla, 2005), o Emilio Valentino como es conocido artísticamente, tiene 20 años y, pese a que su acento suene a sur, su sonido mira hacia muchos sitios a la vez. Este joven sevillano recién instalado en Suiza, se mueve con soltura entre diferentes ritmos, idiomas y referencias culturales, como si llevara toda la vida en ello.
Al principio, el artista se inspiró en el rap de Juice WRLD, en la profundidad y elegancia narrativa de Damso y Laylow, y en el romanticismo crudo de Cruz Cafuné. “Empecé a escuchar más música que me gustaba y no lo que estaba de moda“, cuenta. Destacar su más reciente indagación por el flamenco, que, sin embargo, no ha podido darle uso en su creación musical, pero declara que sí le ha afectado a la forma de ver la música y a la forma de crear. “Siento que me da otra perspectiva“.

“Música dura para corazones blanditos” es como Emilio Valentino describe a su discografía, pues apunta desde el rap y trap con capas emocionales y atmósferas densas hasta versos que rozan el ego trip. Su foco creativo empieza con el beat, como un ritual íntimo donde se moldea la infraestructura del tema. Luego viene lo demás: la historia, el tono, la intención. «Lo más importante es saber de qué va a ir el tema. O si va a ser simplemente un tema de puta coña», comenta entre risas.
Su relación con la música empezó desde la preadolescencia. En los años 2019-2020, con apenas 14 años, él ponía los ritmos mientras que un amigo grababa con los cascos de la Play. Aquellos juegos adolescentes terminaron derivando, años después, en su primer sencillo oficial, WTF!, que se publicó en 2023. Un punto de partida que no tardó en expandirse el 15 de febrero de 2024 con SAN VALENTINO, su primer proyecto conceptual. Una obra que ya dejaba entrever su afán narrativo y su sensibilidad estética.
Ha sido con FELICIA, su proyecto más reciente estrenado el 3 de abril de 2025, donde Emile ha terminado de definir su identidad artística. Carga un concepto narrativo que enlaza los skits de diálogos con las canciones que lo conforman y busca transmitir cercanía, la personificación de las voces y los sentimientos que quiere exponer, lo cual lo convierte en una obra casi cinematográfica. “Es lo que iba buscando”, explica.
Pese al anhelo de dedicarse profesionalmente a la música, no oculta su verdadera pasión: el proceso creativo en sí mismo, que es lo que lo mantiene enganchado. “Estoy enamorado del proceso de hacer música. Aunque nadie me escuchara, seguiría haciéndola”, dice con firmeza.
Emilio Valentino, desde el sur de España hasta los Alpes suizos, prosigue la construcción de su propio sendero. Su arte no se adapta a modelos prefabricados ni a procesos predeterminados, sino que se ajusta al ritmo de un corazón que late con fuerza y que, simultáneamente, experimenta emociones profundas.