El balear estrena su tercer álbum de estudio
Tras más de 10 años en esto de la música, FERNANDOCOSTA (Fernando Costa Morales) ha publicado AMOR DE BARRIO, un disco que llega tres años después de Tirititando, su anterior LP que, para muchos, supone el mejor momento de la carrera de Fernando a nivel comercial.
La espera entre proyectos es algo a lo que nos tiene acostumbrados el ibicenco, ya que, desde sus inicios, lo vimos dejar casi cinco años para traernos su disco debut, Yipiyou. Y más tarde, tuvieron que pasar otros cuatro años para el ya mencionado Tirititando, publicado en 2022. Esta faceta del artista ya nos da mucha información sobre su manera de crear, vivir y compartir su música; desde la honestidad y el trabajo, el rapero español funciona a su ritmo y caracterizando su música en base a su momento vital.

El disco ha sido precedido por cinco adelantos. Teniendo en cuenta que hay quince temas en total, es algo bastante particular, ya que una característica fundamental en AMOR DE BARRIO es su estructura narrativa y argumental bien cimentada, y en estos adelantos, Fernando nos descubrió la intro, la outro, algún tema suelto y varias colaboraciones. Este movimiento no me parece acertado ya que según salían temas, el ambiente y la esencia sonora y conceptual del álbum se veían demasiado modificadas por no poder disfrutarlas en un orden que le diese consonancia.
Y hablando de colaboraciones, en este disco, Costa Morales no ha arriesgado y ha jugado con la comodidad y la visibilidad en su trabajo. Volvemos a ver una colaboración con Lia Kali, tras sus éxitos con Te conocí bailando y Para Aguantar. También vemos su lado más mainstream con las colaboraciones de Cano y L-Gante, que dejan su toque callejero en el repertorio, y por último, Natos dejando su firma en NO ME LLORES.

La reestructuración de su obra, de sencillos a historias
Fernando siempre se ha caracterizado por su caótica, chulesca y callejera forma de hacer música, encontrando barras y sonidos agresivos que acercaran su realidad a la de sus oyentes y dejando huella con su frialdad clínica y su rap tradicional en singles inconexos. Siempre ha funcionado, siempre ha sido igual, pero, ¿Qué pasaría cuando su vida cambiara?
AMOR DE BARRIO representa una evolución deliberada de su identidad artística, sin renunciar a la crudeza que lo llevó a la primera línea del rap español. Bajo una narrativa introspectiva, el artista convierte sus últimas vivencias íntimas como el nacimiento de su hijo o enfermedades familiares en relatos musicales honestos.
En términos de sonido, la diferencia con sus discos anteriores también es palpable. Apuesta por una paleta más híbrida que nunca. El boom bap clásico sigue presente, pero ahora dialoga con beats de trap, sintetizadores ambientales y líneas de bajo más saturadas, entre otros. Este mestizaje genera una textura sonora que equilibra lo áspero y lo melancólico.

El resultado es un ritmo urbano de autor, reconocible pero expandido, que evidencia una mayor apertura estilística. Los hi-hats afilados y atmósferas digitales dotan al álbum de una profundidad nocturna, una sensación de calle, pero más inductiva y menos directa. Esta dimensión se refuerza con el hecho de que el material discográfico fue grabado en una casa rural, conviviendo con los productores, lo que se traduce en una cohesión sonora palpable, amable y más dinámica.
Por otro lado, la dualidad artística en Fernando se refleja a la perfección mediante el amplio peso lírico del trabajo, que sigue siendo esencial en su obra, pero que aquí toma un giro más reflexivo. Ya no se limita a narrar el barrio desde fuera, sino desde dentro de sí mismo. Hay una preocupación por la familia, la salud y la estabilidad emocional.
El arte de crecer como artista, guste o no
A nivel personal, he de decir que, durante el rollout de singles, incluso tras las primeras escuchas al LP, como oyente habitual de FERNANDOCOSTA, en primera instancia generas algo de rechazo al cambio de personalidad musical que propone. Algunos sonidos coquetean demasiado con el pop o se acercan demasiado a una tonalidad alegre y melódica y chocan demasiado con el Fernando de siempre.
Por otro lado, su elección de feats me parece poco acertada, L-Gante se siente introducido con calzador y Cano funciona bien, pero deja un tema plano que salva PMP.
Lia Kali hace lo suyo, al final tienen buena sinergia y se nota, y por último, Natos, que deja la peor de sus tres colaboraciones con Fernando. NO ME LLORES no se acerca a Nana, ni mucho menos a Hustlers.
En lo que pasan las escuchas, el disco empieza a tener otro color; se crea una nueva vara de medir que agradece la homogeneidad estructural, la variedad estilística y que se acaba acostumbrando a tener un poco de todo. Como persona que ama la música he de amar el cambio en la misma, el progreso hacia la búsqueda de un arte más completo y profesional, que corra libre más allá de sus orígenes y que se permita volar para caerse. FERNANDOCOSTA lo ha hecho con AMOR DE BARRIO, y ha sido un acierto con aspectos a mejorar, un disco que nos dice que el rapero español sigue en su camino y no tiene miedo a respetar su pasión por ser fiel a sí mismo.