El trap nunca salió de Duki, «5202»

Duki (Mauro Ezequiel) lanza este pasado 7 de julio 5202, una mixtape acompañada de una narrativa sonora que no deja lugar a dudas en su intención: volver para demostrar que sigue siendo el rey del trap en español. Bajo la dirección musical de Yesan, Nake, Ansel e Iwo Wosco, y con las participaciones puntuales de Asan, Nadddot, Wheezy o Southside, consolida lo que podría ser uno de sus mejores trabajos respecto a producción.

El disco se presenta como un homenaje explícito a ese sonido crudo, visceral y sin concesiones que definió su primera etapa en la música. A diferencia de AMERI o el más experimental Desde el Fin del Mundo, este nuevo proyecto no intenta diversificar, sino concentrar. Es una pieza que “habla en trap” desde el minuto uno, tanto por sus códigos líricos como por sus estructuras rítmicas.

Portada de Desde el Fin del Mundo

Con colaboraciones de Clúster y Zell, Duki opta por rodearse de artistas que desde las etapas iniciales de su carrera entienden –y respetan– las reglas del género que propone. El álbum entero funciona como una respuesta a los reclamos de sus oyentes más antiguos, aquellos que pedían que el Duko vuelva a rapear con el alma desgarrada sobre beats oscuros. Y refrescando su esencia, lo consigue: no hay intención de radio, ni coro melódico que alivie el impacto; puro músculo, jerga y barra.

Clúster (izq.) y Zell (dcha.)

5202 no solo suena a una reafirmación artística, también parece un recordatorio para la industria de que Duki no necesita subirse a ninguna ola para seguir marcando la pauta. La referencia numérica al código postal de su infancia no es casual. Este disco es una postal directa desde el origen, una manera de trazar una línea clara: puede que haya hecho reguetón, rock o pop… pero en el trap, sigue siendo él quien tiene la batuta del género.

Gravedad, oscuridad y aciertos estructurales

Si algo define el corazón sonoro de la mixtape es su estética sombría. Las líneas de bajo pesadas y el 808 protagonista en cada beat se combinan con una producción limpia y precisa, pensada para hacer estallar los shows en vivo. No hay nada dejado al azar, ya que cada entrada y puente están milimétricamente calculados para devolver al trap ese aura de ceremonia intensa que había perdido en su deriva hacia el mainstream.

Tres temas en particular merecen una mención aparte: [FREE] 5202 Type Beat, Golfista y NO ME ALCANZA. El primero no solo es una clase magistral de cómo introducir a un oyente en una atmósfera, sino también una manera de satirizar la estandarización del trap a través de su propio código: el título, que hace alusión a los beats gratuitos en YouTube, se contradice irónicamente con un nivel de producción muy por encima del promedio. Duki fluye con rabia controlada, sosteniéndose sobre una instrumental que parece inspirada en el drill, pero sin caer en la caricatura.

Golfista sirvió como primer adelanto, pero siendo honestos, incluso tras la salida del trabajo completo, sigue siendo de los mejores tracks con una pegada asombrosa que no cansa después de varias escuchas y que de manera efectiva consiguió atraer las miradas perdidas de aquellos que ansiábamos dureza y bajos profundos.

NO ME ALCANZA, por su parte, es uno de los momentos más sofisticados del álbum. La presencia de Wheezy y Southside en la pista deja un peso irremediablemente atractivo; la conexión con Duki es directa y nos deja a los fanáticos del trap con ganas de más para cerrar el proyecto.

El álbum no intenta ser todo a la vez, y ahí reside gran parte de su fuerza. Duki construye un universo coherente donde el trap no es una moda, sino una declaración de principios. Aquí no hay baile, hay peso. Y sobre ese peso, él se yergue como una figura central, no porque grite más fuerte, sino porque entiende mejor que nadie cómo se juega en este terreno.

El álbum que «AMERI» no fue para los fans

El contraste entre 5202 y AMERI no podría ser más evidente. Si aquel proyecto se vendió como su cohesión artística más pura y cuidada, la realidad fue otra: un disco algo disperso, irregular en sus propuestas, donde los puntos altos se perdían entre experimentos que no terminaban de cuajar. Muchos fans lo sintieron ajeno, casi como si Duki estuviera intentando hablar un idioma que no le pertenecía del todo. Demostraba una ambición artística a la que le falto algo de dirección.

Portada de AMERI

En cambio, 5202 suena como un ajuste de cuentas. Aunque carente de narrativa, aquí se percibe todo de una manera más ordenada, la energía está concentrada y, sobre todo, el discurso es claro: Duki quiere volver a sonar como Duki. En vez de buscar el hit, elige el camino del respeto al sonido que le hizo emerger sobre el resto. El disco, además, presenta una estructura bien pensada, con una curva de intensidad que crece y cae en los momentos justos, sin relleno innecesario ni temas que parezcan puestos solo por compromiso.

Lo que AMERI prometió con fuegos artificiales y variaciones de estilo, 5202 lo cumple sin expectativas, pero con realidad, técnica y talento. Y aunque el disco no sea perfecto, lo cierto es que devuelve a Duki al lugar que muchos pensaban que había abandonado: la cima del trap en español, no como turista, sino como residente permanente.

En este regreso, el argentino se reencuentra con su versión más pura sin renegar de lo que hizo antes, pero sabiendo que su mayor fortaleza sigue estando en esa mezcla única de oscuridad, crudeza y carisma. Desde las primeras líneas se percibe que el objetivo no es conquistar nuevos públicos, sino reafirmar un legado. 5202 no tiene la intención de reinventar la rueda, pero sí la de dejar claro quién sigue al volante en esta carrera.

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