«Los Perros no Entienden Internet (…Y yo no Entiendo de Sentimientos)», un álbum experimental e introspectivo en la era de la rapidez
Marcos Crespo, el artista que se esconde tras Depresión Sonora, ha regresado con un nuevo álbum después sorprendernos con DepresionTrickz para consolidar aún más su sonido. Los Perros no Entienden Internet (…Y yo no Entiendo de Sentimientos) se había ido dejando ver desde mayo de este año con el primer sencillo La Balada de los Perros y, precisamente, este animal es el protagonista del nuevo álbum que nos va a guiar en un viaje bastante profundo. Un proyecto que representa el posmodernismo y la angustia de ser joven en una sociedad que avanza demasiado rápido.
En la era de los vídeos y las canciones cortas, los estímulos constantes y los EPs, Marcos Crespo ha roto con el consumo rápido a través de un álbum de 12 canciones, aunque quizá para otras generaciones esto no sea nada del otro mundo. Antes los trabajos musicales solían incluir dos caras, la A y la B, y en su mayoría contaban con alrededor de 10 temas, sin embargo, nuestra generación se ha acostumbrado a los trabajos cortos, fáciles de escuchar y breves para poder pasar a lo siguiente sin perder mucho tiempo.

Esta primera característica de Los Perros no Entienden Internet (…Y yo no Entiendo de Sentimientos) que podría pasar desapercibido es el compromiso principal de Depresión Sonora: en un mundo posmoderno, cansado de los avances y las decepciones constantes, la música es la canalización de esa frustración juvenil por no tener la sociedad en la que algún día creímos. A ello se le suma un título largo y poco convencional, hecho para que te pares a pensar qué quiere decirnos y qué nos puede enseñar dentro del álbum. En resumen, la antítesis de lo minimalista.
Destaca también que de esas 12 canciones, 8 de ellas cuentan con videoclip. Un formato que no está obsoleto, pero que cada vez es menos relevante en la música, sobre todo si se incluye una historia dentro de él, y al que le han adelantado los visualizer. En concreto, estos vídeos están hechos a medida para sus canciones, adaptándose a la estética y sonido de cada una. Además, todo el disco ha sido producido tanto por él mismo como por Harto Rodríguez al que también hemos podido escuchar en trabajos de C. Tangana, The Parrots y Amaia.
Un viaje de superación
De estas 12 canciones no hay ni una que deba quedarse fuera, sobre todo porque de principio a fin el álbum crea una narrativa cuidada y medida a través de sus letras y sonidos. Las primeras 6 canciones representan el proceso de sentirse perdido, abrumado y, en definitiva, de no encontrar el sentido a la vida urbana consumida por las tecnologías. Aquí es donde el artista desearía estar en la piel de un perro, que a pesar de no entender Internet, no tiene sus mismas preocupaciones.
El interludio Éxodo 32: 15-28, que se trata del séptimo track, sirve como punto de inflexión en la mirada de Crespo. Un pasaje bíblico con Moisés como protagonista que ayuda a separar el doble espíritu del álbum y es a partir de aquí cuando los mensajes de las letras se transforman en algo más optimista y esperanzador. Cómo Será Vivir en el Campo o Me Va la Vida en Esto representan su reconciliación con él mismo y sus pensamientos, el seguir perdido, pero con una motivación muy diferente y el encontrarse con su niño interior para no olvidarse de quién es realmente. El artista ha dejado atrás la vida de la capital para comenzar un nuevo camino alejado de todos los problemas que le daba la ciudad.
El trabajo cierra con Qué Pena que nos Vayamos a Olvidar, un tema en acústico que utiliza una voz más boxy y que se desprende ya de todos los arreglos e instrumentos que se han ido escuchando a través del resto de canciones. Una especie de bajada a la tierra después de haber explorado por completo todo su mundo interior para finalmente darse cuenta de que ha pasado de tener las preocupaciones propias del ser humano a contar con la inocencia y tranquilidad de un perro, tal y como reza el propio título del álbum.
En general, se trata de un trabajo cuidado al más mínimo detalle. Su página web se ha transformado en un servidor típico del Internet de los años 90 con apartados dedicados a conocer el álbum en profundidad. Uno de ellos es la presentación del trabajo en sí, donde Crespo se sincera y nos abre las puertas de su pensamiento para conocer cuál es el motivo de Los Perros no Entienden Internet (…Y yo no Entiendo de Sentimientos).
El álbum cuenta con una gran cantidad de instrumentos y sonidos complejos. Dentro de su página podemos ver a través de imágenes todos los elementos usados: desde guitarras Fender hasta instrumentos casi en desuso como el Omnichord y unos Pads Simmons que ha recuperado para conseguir esa psicodelia y sonido sintético propio del pop/rock alternativo de los años 80. El álbum oscila constantemente entre los sonidos oscuros y los ritmos más animados, cercanos al indie pop en ciertas ocasiones, que dan a luz a un trabajo que se sitúa, como casi todos los anteriores, entre el post-punk y la cold wave del sonido alternativo hispano.

Pero, ¿qué es el post-punk? Se trata de un género que nació a finales de los años 70 en Reino Unido y en Estados Unidos y, como su propio nombre indica, es una evolución de la protesta del punk que buscaba sonidos más experimentales, introspectivos y ambiguos que llevaron a la escena grupos como The Cure o Joy Division. No es casualidad que Marcos Crespo sea una especie de Robert Smith del siglo XXI que, detrás de una imagen oscura pero cotidiana, consigue reflejar los problemas de nuestros días, sobre todo los que implican avance constante, velocidad e hiperproductividad a través de sonidos poco comunes y un sentimiento de desvanecimiento y necesidad de huir.
Un trabajo pulido a la perfección mezclando los sonidos sintéticos con los tradicionales y que parece ser un llamamiento a parar, escuchar y reflexionar. Los perros no entienden Internet, y más que algo negativo es el deseo que siempre ha querido cumplir Depresión Sonora: escapar de lo digital para hacer un viaje interior y de conocimiento propio. Con este álbum, la carrera de Marcos Crespo se ha definido aún más y ha conseguido poner entre la espada y la pared al oyente para preguntarnos si es más importante comprender Internet o comprender nuestros sentimientos.

