Así fue la primera de las 2 noches de despedida en el Estadio Metropolitano
Con más de 10 años de una carrera exitosa, cada vez quedaban menos retos por cumplir en una lista dónde los restantes eran los más ambiciosos. Dentro de esa lista siempre estuvo en cabeza la idea de llenar algún día un estadio de fútbol de la talla del Metropolitano. El pasado 20 de junio el de Granada cumplió su sueño de llenar un estadio.
El escenario fue sin duda uno de los elementos claves del evento. Situado en el centro del campo y tomando como eje el propio punto de saque; se encontraba una estrella mudéjar o de ocho puntas, símbolo originario de Andalucía con el que el pueblo tartésico realizaba ofrendas al sol, y figura fundamental para el artista al formar parte de la portada de su último disco Torii Yama.

Rodeando la estrella central compuesta por un juego de azulejos azules, se situaba un grupo de chorros de agua simulando las fuentes de un típico patio andaluz. El escenario lo cerraba una tercera estrella compuesta por celosías, elemento característico del arte mudéjar. Dellafuente había conseguido transportar el aura de la mismísima Alhambra al Estadio Metropolitano con un escenario que aún guardaba más sorpresas.
Tras una espera de 45 minutos el granadino salió a ese gran escenario directamente desde el túnel de vestuarios, emulando el comienzo de un partido de fútbol al son del himno de la Champions. Dellafuente empezó esa fiesta de despedida cantando Bailaora. A esta canción la acompañaron algunas de su último disco como Otra noche en Granada.
Durante ese primer tramo de canciones se pudo observar la primera de las sorpresas que guardaba ese escenario. Las supuestas fuentes localizadas en la segunda franja eran chorros a presión que realizaban un juego con las canciones adaptándose intencionadamente a la intensidad y el momento exacto.

La primera de las artistas invitadas fue Judeline, quien salió para cantar Romero Santo. Lia Kali, Pepe y Vizio, Rels B, Amore, RVFV y Morad completaron esa lista de artistas invitados que durante la noche acompañaron a Dela saliendo de distintas partes ocultas de ese escenario. C. Tangana estuvo presente en el Estadio y aunque Dellafuente cantó la versión de Guerrera de su último EP RONDO, creo que se echó en falta la presencia de Pucho en el Escenario.
Tras la intervención de Pepe y Vizio, Dela desapareció apenas unos segundos para dejar entrada al grupo Taifa Yallah. Vestidos con sus característicos balaclavas el grupo se sitúo alrededor de la tercera estrella. Poco después un Dellafuente que se había desprendido de sus gafas y su gorro pesquero para sumarse a la indumentaria del balaclava salió junto a sus bailarines para cantar 400 demonios y Corazón de agua. En ese preciso momento el escenario mostró la segunda sorpresa de la noche. El agua se había disipado para dejar paso al fuego con unas llamaradas que rodeaban el escenario y que acompañaron durante ambas canciones.

La tercera de las sorpresas fue casi después, y no vino directamente del escenario sino desde el estadio. En el centro se sitúo una mesa junto a un Dj para cantar versiones de música electrónica de canciones como Malicia junto a Amore. Esta puesta en escena la completó un juego de luces y lásers de color azul que provenían de todos lados del estadio, acompañando la atmósfera de manera idílica.
Otros momentos inolvidables dentro del concierto fueron el momento de la Kiss Cam a la hora de cantar Romea y Julieto o el piano que acompañaba Veneno, una de las canciones más emotivas de su repertorio interpretada sentado en el centro del escenario en la primera estrella.

Morad salió cómo último de los artistas invitados para cantar Manos Rotas, una canción que en poco tiempo se ha convertido en un himno. Dellafuente no quiso abandonar el apartado de los artistas invitados sin dejar constancia frente a su público de la profunda admiración que sentía por cada uno de ellos.
El concierto que fue todo un espectáculo inolvidable que evocaba un constante erizamiento de piel con cada una de las canciones, sin embargo, dejó un sabor amargo al presentar un repertorio un tanto corto para una ocasión de ese nivel. No se puede decir que hacer hora y media de show sea quedarse corto ni mucho menos, pero creo que llegar a las 2 horas de duración hubiera sido poner la guinda al pastel.
Poco a poco se acercaba el final con canciones que ya se habían convertido en himnos cómo Olvídame o Te como la cara. El concierto lo cerró Consentía quizás el corte más icónico de la carrera del Chino y acompañado de las siguientes palabras de despedida: “Hasta aquí mi subida a la montaña. Necesito descansar y asimilar todo esto que esta ocurriendo. Gracias por todos estos años.”
Parece ser que Dellafuente se retirará durante un tiempo del foco, estas palabras que sonaban a una despedida definitiva fueron corregidas en la segunda fecha dónde el granadino aclaró que su camino no se iba a separar de la música. No se trata de un adiós definitivo sino de un hasta luego.